Al pronunciar la palabra "Internet", la mayoría de la gente piensa en las imágenes de Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, de Google y Twitter: extensas, intrusivas e irresponsables. Este pequeño puñado de grandes empresas tecnológicas y sus distantes directores ejecutivos exigen nuestra atención en línea y dominan los titulares fuera de línea.

Pero en la Internet real, a uno o dos clics de distancia de ese puñado de conglomerados, sigue habiendo un mundo más amplio, más diverso y más generoso. Dirigida a menudo por voluntarios, con frecuencia sin ninguna afiliación institucional obvia, a veces diminuta, a menudo local, pero libre para que todo el mundo en línea la utilice y contribuya a ella, esta Internet precedió a la Gran Tecnología, e inspiró la visión más temprana y optimista de su futuro lugar en la sociedad.

Cuando las grandes tecnologías desaparezcan, un futuro mejor surgirá de la semilla de esta Internet de interés público: semillas que se están plantando ahora y que necesitan que todos las alimenten.

La palabra "Internet" ha sido tan eficazmente secuestrada por sus rincones más distópicos que cada vez es más difícil incluso referirse a este antiguo elemento de la vida en línea, por no hablar de volver a ponerlo en primer plano de la consideración de la sociedad. En su trabajo de documentación de este espacio y de exploración de su futuro, el académico, empresario y autor Ethan Zuckerman lo ha denominado nuestra "infraestructura pública digital". Hana Schank y sus colegas del think tank New America han revitalizado los debates en torno a lo que llaman "tecnología de interés público". En Europa, activistas, académicos y locutores del sector público hablan de los beneficios de los "espacios públicos" de Internet y de mejorar y ampliar la "pila pública". El autor y activista Eli Pariser ha dedicado una nueva empresa a promover mejores espacios digitales, lo que sus participantes describen como el "nuevo público".

Para no ser menos, en la EFF llevamos mucho tiempo utilizando el término interno "la Internet del interés público". Aunque estos nombres no apuntan exactamente al mismo fenómeno, todos captan algún aspecto de la promesa original de Internet. En las dos últimas décadas, esa promesa ha desaparecido en gran medida de la consideración general. Al desvanecerse, se ha infravalorado, no se ha financiado y, en gran medida, no se ha defendido. Sea como sea, nuestra misión no es sólo actuar como asesores jurídicos del interés público de Internet cuando está amenazado, sino también defenderlo cuando no se reconoce.

Esperamos que esta serie de blogs sirva de visita guiada a algunas de las partes menos visibles de la moderna Internet de interés público. Ninguna de las historias aquí expuestas, las organizaciones, los colectivos y los proyectos en curso han acaparado la atención de los medios de comunicación o de los comités del Congreso (al menos, no con tanta eficacia como las grandes empresas tecnológicas y sus magnates). Sin embargo, siguen siendo una parte tan vital del espacio digital. No sólo representan mejor el espíritu y la visión de los primeros tiempos de Internet, sino que son la base de gran parte de su éxito continuado: un recurso renovable del que siguen nutriéndose tanto los monopolios tecnológicos como los usuarios individuales.

Cuando las grandes tecnologías desaparezcan, un futuro mejor vendrá de la semilla de esta Internet de interés público: semillas que se están plantando ahora, y que necesitan que todos las alimenten hasta que sean lo suficientemente fuertes como para sostener nuestro futuro en una sociedad más abierta y libre.

Pero antes de mirar al futuro, echemos un vistazo al pasado, a una época en la que Internet se hizo de la nada y, por ello, los gobiernos y las empresas declararon que nunca podría prosperar.

Esta es la introducción a nuestra serie de blogs sobre Internet de interés público. Lea más en la serie: