Al pronunciar la palabra "Internet", la mayoría de la gente piensa en las imágenes de Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, de Google y Twitter: extensas, intrusivas e irresponsables. Este pequeño puñado de vastas corporaciones tecnológicas y sus distantes directores generales exigen nuestra atención en línea y dominan los titulares fuera de línea. Pero en la Internet real, a uno o dos clics de distancia de ese puñado de conglomerados, sigue habiendo un mundo más amplio, más diverso y más generoso. A menudo gestionado por voluntarios, con frecuencia sin ninguna afiliación institucional obvia, a veces diminuto, a menudo local, pero gratuito para que todo el mundo en línea lo utilice y contribuya a él, este Internet precedió a la gran tecnología e inspiró la visión más temprana y optimista de su futuro y su lugar en la sociedad.
En la EFF, llamamos a este mundo "la Internet de interés público". En las dos últimas décadas, esa promesa ha desaparecido en gran medida de la consideración general. Al desaparecer de la vista, se ha infravalorado, infrafinanciado y, en gran medida, no se ha defendido. Sea cual sea el nombre que le demos, nuestra misión no es sólo actuar como asesores jurídicos de la Internet de interés público cuando está amenazada, sino también defenderla cuando no se reconoce.
Cuando las grandes tecnologías desaparezcan, un futuro mejor vendrá de la semilla de esta Internet de interés público: semillas que se están plantando ahora, y que necesitan que todo el mundo las alimente hasta que sean lo suficientemente fuertes como para sostener nuestro futuro en una sociedad más abierta y libre.