Gran parte de lo que hacemos en Internet implica reproducir material susceptible de ser protegido por derechos de autor, modificarlo y/o crear nuevas obras. Técnicamente, casi todos los tweets originales están protegidos por derechos de autor. Y la gran mayoría de los memes se basan en obras protegidas por derechos de autor. Tus divertidas ediciones, mashups y chistes photoshopeados manipulan obras con derechos de autor para convertirlas en nuevas. La comunicación eficaz siempre ha incluido un conjunto de referencias compartidas para que los puntos se entiendan claramente. Y ahora lo hacemos en línea.

En otras palabras, a medida que el mundo digital ha crecido, también lo ha hecho el alcance de la protección de los derechos de autor. Al mismo tiempo, los derechos de autor y las leyes relacionadas han cambiado: los términos se han ampliado, los límites (como el registro) se han reducido, y las nuevas normas dan forma a lo que puedes hacer con tus cosas si esas cosas vienen cargadas de software. Algunas de estas normas han tenido consecuencias imprevistas: una ley destinada a evitar la piratería también impide arreglar tu propio coche, utilizar tinta de impresora genérica o adaptar tu lector electrónico a tu discapacidad visual. Y una ley destinada a fomentar la innovación es usada de manera rutinariamente abusiva para eliminar los comentarios críticos y la nueva creatividad.

En la era de la expansión de los derechos de autor, el uso justo, que permite el uso de material protegido por derechos de autor sin permiso ni pago en determinadas circunstancias, es más vital que nunca. Una doctrina de uso justo sólida y flexible nos permite hacer uso de una obra protegida por derechos de autor para hacer nuevos puntos, críticas o comentarios. Permite a las bibliotecas preservar y compartir nuestro patrimonio cultural. Nos da más libertad para reparar y rehacer. Proporciona a los usuarios las herramientas que necesitan para defenderse, de acuerdo con su objetivo principal: garantizar que los derechos de autor fomenten, en lugar de inhibir, la expresión creativa.

El Tribunal Supremo tiene la oportunidad de garantizar que la doctrina siga realizando esa labor esencial, en un caso llamado Fundación Andy Warhol contra Goldsmith. El caso se refiere a una serie de grabados de Andy Warhol, que adaptan y recontextualizan una fotografía del músico Prince. Aunque el caso en sí no se refiere a una obra digital, su cuestión central es un análisis de uso legítimo por parte del Segundo Circuito que se equivoca fundamentalmente en cuanto al uso legítimo y las obras transformadoras. En primer lugar, asume que dos obras en un medio similar comparten el mismo propósito general. En segundo lugar, sostiene que si un uso secundario no comenta de forma evidente la obra principal, un tribunal no puede tener en cuenta la intención declarada por el artista o incluso la impresión que podrían tener terceros razonables, como los críticos. En tercer lugar, sostiene que, para ser equitativo, el uso secundario debe ser tan fundamentalmente diferente que no debe derivar de forma reconocible de la obra original ni conservar sus elementos esenciales.

Como explican la EFF y la Organization for Transformative Works en un escrito presentado hoy, las tres conclusiones no solamente socavan la protección del uso justo, sino que también son contrarias a la realidad práctica. Por ejemplo, en lugar de abordar si las obras respectivas ofrecían significados o mensajes diferentes, el Segundo Circuito concluyó esencialmente que, dado que las obras en cuestión eran ambas obras visuales estáticas, tenían el mismo propósito. Esta conclusión es, como mínimo, desconcertante: las obras en cuestión son una fotografía de un individuo y una colección de retratos en el estilo clásico de Warhol que utilizaban la fotografía como referencia, y no hace falta ser un experto en arte para verlas como obras de arte distintas. La intención del fotógrafo y la de Warhol eran diferentes, al igual que los efectos en los distintos públicos.

Este encuadre del uso justo sería devastador para el espacio digital. Por ejemplo, se podría considerar que los memes con la misma imagen pero con un texto diferente sirven fundamentalmente para el mismo propósito que el original, aunque muchos memes dependen de la yuxtaposición de la intención original de la obra y su nuevo contexto. Una escena de La Guerra de las Galaxias, por ejemplo, nos ha dado dos memes. En la película original, el gran "NOOOO" de Darth Vader seguramente pretendía ser una expresión seria de desesperación. En su forma de meme es una reacción paródica y exagerada. Otro meme proviene de una versión mal subtitulada de la película, que sustituye el "NOOOO" por el "NO QUIERO". Los vídeos de fans, o vids, remezclan el material fuente para ofrecer una nueva narrativa, destacando un aspecto de la fuente que puede haber sido periférico al mensaje inicial de la misma, y a menudo comentando o criticando dicha fuente. Y así sucesivamente.

El año pasado, el Tribunal Supremo reconoció la importancia del uso justo en nuestro mundo digital en el caso Oracle contra Google, y esperamos que reafirme las protecciones sólidas, flexibles y estables del uso justo revocando la decisión del Segundo Circuito en este caso.

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